Recordando la sesión de Gerard se me despiertan muchas sensaciones.
Me pregunto cuántas primeras veces tenemos en nuestra vida... Son más evidentes en un niño pero, si lo pensamos detenidamente, nuestra vida está repleta de primeras veces que, sin querer, pasan desapercibidas hasta para nosotros por "insignificantes". Y de repente, llega un momento en que la insignificancia pasa a ser el todo... y la consciencia de lo realmente importante despierta...
Quizás no sean las primeras veces que Gerard huele una flor, pero su gesto me genera una ternura infinita. Guardará para siempre su cara y su mirada descubriendo olores, texturas y hasta sentimientos que puede crear con lo que encuentra (de verdaderamente importante) a su alrededor.
Pura vida.
Feliz Jueves :)