Cuando tengo una sesión de embarazo en la que hay un "aspirante a hermano mayor" me derrito...Y si son igual de cariñosos que este pequeño que veis aquí...más todavía!
Y en esas sesiones, a la vez, me planteo muchas preguntas sobre cómo esos pequeños lidiarán con el cambio tan grande que se avecina en sus vidas...Es curioso ver cómo de diferente afronta cada niño la llegada de un nuevo hermano. Está claro que son demasiado pequeños muchas veces para entender nada, pero eso es lo que me fascina...¿Cómo procesarán ellos todo lo nuevo que les llega? Porque si, todo el mundo le dice que será "el mayor", que tendrá una hermanita (o hermanito), bla, bla, bla...pero llegado el momento de la verdad, cuando de repente -porque es de repente, por mucho que mamá haya estado 9 meses embarazada (para ellos simplemente era mamá con un poco más de tripa) y haya pasado un parto de 24, 36 o 48 horas...-, llega un muñeco que llora, se mueve, ríe, pero además hace caca y pis y se lleva todas las carantoñas que antes era suyas...el desconcierto tiene que ser total.
Y los mayores nos desvivimos intentando evitar que tengan celos, cuando los celos son un sentimiento totalmente normal dadas las circunstancias. Nos partimos la cabeza para que los "hermanos mayores" no se sientan desplazados e incluso haciendo ver como si todo fuera igual que antes cuando no lo es...PARA NADA. En lugar de acompañarlos en esos sentimientos tan difíciles de llevar cuando se tienen 3,4,5 años...queremos taparlo porque no es un sentimiento "bueno"... Y ahí es donde nos equivocamos. Los celos han de ser sentidos para no desconcertarse en otros momentos de su vida. En lugar de negárselo deberíamos acompañarlos y darles herramientas para gestionarlo para que no se convierta en algo dañino.
La solución, muchas veces, no es buscar atajos, sino hacer el camino mucho más llevadero. ☺️
En esta sesión en concreto, lo que más seguro tenía, es que E iba a ser recibida con una sonrisa si o si. ¡No tenéis más que verlo! 😊