Hoy os traigo la sesión de embarazo de Bea y Raúl. Pero he decidido que os la voy a enseñar en dos partes, porque la sesión derivó en dos tipos de fotografía que bien se merecían tener cada una el protagonismo correpondiente.
Esta semana hablaba con unas amigas de la diferencia abismal que tenemos de criar a nuestros hijos (emocional e intelectualmente) con respecto a la educación que tuvimos nosotros.
Y en esto, por supuesto, tenemos mucho que ver las generaciones de ahora, donde la implicación en todos los aspectos de la vida en pareja (sea cual sea el tipo de pareja) y familiar es total y absoluta.
Porque ser un buen padre no es colmar de cosas materiales a nuestros hijos. Es quererlos antes de conocerlos. Saber que, pase lo que pase, serías capaz de dar la vida por esa criatura.
De esta sesión me quedo, y creo que se ve en las imágenes, con la ternura con la que Raúl se dirige a Bea y a su bebé con cada gesto. Me hace ser testigo de primera mano de cómo se implican los nuevos papás en el embarazo desde el segundo cero, sintiendo, compartiendo y sufriendo…es algo que personalmente me emociona mucho. En mi experiencia personal, la maternidad me descubrió una faceta de la personalidad de mi marido que hizo que aún me enamorara más de él. No se si habréis sentido lo mismo...